martes, 10 de agosto de 2021

Fuerte y claro

(La primera vez que me enoje con dios o sentí un milagro)

Valeria estaba en la otra cama de esa habitación. Le habían quitado un seno y los brotes de su cabello indicaban que ya había estado en quimioterapias.

¿Dónde está tu tutor? Me decían agitados los internos, mi mamá había estado 3 días sin dormir y necesitaba un cambio de guardia con alguien más para dormir.  

Te tenemos que volver a operar, yo solo sabía que no podía dejar de vomitar y que mi pecho se estaba poniendo morado.  

Le pedí al güero, un interno que me visitaba mucho, si me prestaba su celular, y de milagro me acorde del número de mi mamá, ante un breve silencio le dije que necesitaba que volviera que me tenían que volver a operar. 

Leí los documentos, como si te dieran a firmar un contrato en el cual te dicen que calma, que las posibilidades de morir son altas pero te preguntan incisivamente si estas de acuerdo. 

Mamá llego agitada en lo que empezaban a mover mi cama, nos vimos en un instante de silencio, su vida y la mía, siempre juntas, siempre todo, ahora cada quien a esperar desde su esquina. Me tomo con sus manos la mías, me pregunto que podía hacer algo, le dije ante mi enorme miedo como si del instinto me saliera: “Ma: reza por favor, pídele a Dios por mí”. Mi camilla paso al lado de Valeria y me despedí, me vio con preocupación y pena.  

No sé quién es Dios, he ido a su casa cuando quiero silencio y cuando deseo sentir cerca a la abuela Lichita. No se si ella me ayudo, no se si existe alguien/algo mas allá, pero sé que mi mamá tiene una luz infinita. Sé que yo estaba rodeada la luz y los pensamientos de muchos. No sé quién es Dios, pero sé que mamá y otros pidieron fuerte y claro.  

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