(Mi juguete favorito)
No fue un juguete en particular o
algún obsequio los que me llevaran a convivir todos los días después de la
escuela en aquel espacio.
Apresurados, llegábamos después de
clases a colgar nuestros uniformes. Mamá tenía lista la comida y si teníamos
buena suerte, la tarea era poca y no tocaban las épocas de exámenes o los 30
fatídicos minutos de leerle a la patrona el periódico, mientras ella lavaba los
platos para mejorar mi dicción.
Entonces íbamos saliendo de cada
una de las correspondientes puertas, como si hubiera un acuerdo implícito.
Vivíamos en el centro de la ciudad
y entonces aún no había desarrollos modernos los cuales cuentan con Roof Garden
y amenidades, sin embargo, a nosotros nos bastaba con ese largo pasillo que
culminaba en una estancia la cual conectaba con unas amplias escaleras a los
demás niveles al cual le llamábamos “el cuadrito”, era ese sitio donde
terminaban de perseguirnos los Velocirraptores, la meta de nuestras carreritas
o hasta donde llegaba nuestra balsa en un mar de lava.
Ahí mismo, en el, iniciaba la larga
lista de colores cuando jugábamos a listones o el circulo que formulábamos con la
infinidad de países existentes en Stop.
Éramos cuatro; Martín, Diana, Jorge
y yo. Y eventualmente cuando mi hermano fue un poco mas grande se unió a
nuestros juegos.
Viajábamos en una maquina a través
del tiempo, aprendimos a patinar tomándonos de las paredes de ese angosto pero
prolongado pasillo, yo solía imaginar que competía en patinaje de velocidad y
que estaba en las olimpiadas. Andábamos en patín del diablo, jugábamos al
futbol, de mal tino le pegábamos a las puertas de los vecinos sin querer, y
huíamos para evitar que nos reprendieran. También jugábamos indiscriminadamente
con barbies, soldaditos, la cocinita y pistolas con dardos.
Nunca hubo grandes diferencias,
solo puntos de encuentro entre las aficiones de los unos y los otros.
Planteamos un calendario en el cual nos tocaba a cada uno, escoger ciertos días
de la semana que juegos íbamos a jugar. Cada quien pedía su predilecto, vivíamos
a través de cada etapa que pasaba por cada uno de nosotros, desde jugar a los
Powers Rangers, hasta bailar Sapito.
Eventualmente fuimos creciendo, y
fui la primera en partir por la adolescencia y los deberes que eran mas
variados. El calendario se quedo hasta que uno a uno los días se fueron
vaciando.
Aun ahora puedo cerrar los ojos y
se escuchan nuestras risas, gritos y pisadas veloces a través de aquel pasillo.
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